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Kataki ShigoLo primero que veria Zrael al llegar a la cabaña seria su jaguar blanco aparcado en frente. Seria una vision curiosa, puesto que la cabaña habia sido reparada una y otra vez tras ataques, de enemigos y de rabia y tristeza, y se notaba en los intermitentes colores y maderas diferentes que habian sido usadas en su reparacion.
Adentro, estarian las personas que el angel buscaba.
Tras aquella corta excursion a los suburbios, Samael y Shigo habian vuelto, pero no sin parar antes en un supermercado para comprar provisiones para los proximos dias. Quizas habia sido en plan venganza, o quizas esos simplemente eran los gustos del angel, Samael habia gastado mas de trescientos dolares en comida y cosas necesarias para la casa. No era mucho, realmente, ya que la fortuna del japones era cercana a lo inagotable. Se limito a empujar el carrito y alcanzar las cosas que estaban demasiado altas para ella.
Al volver Locke y Zrael ya habian vuelto de su paseo y estaban acurrucados en el sofa, la cabeza de la albina descansando sobre las piernas del cazador, quien apesar de ser tan brusco y agresivo no era capaz de moverse por miedo a despertarla. Si el asiatico no lo odiase ya, le pareceria tierno o incluso gracioso, apesar de que no era el hombre mas emotivo del mundo.
Incluso despues de recuperar sus emociones tras las muerte de Kiyoko (lo cual habia roto el sello que aprisionaba su corazon) le costaba expresarse a ese nivel. La excepcion era cuando veia a Samael... en momentos asi sentia el peligro de explotar con emocion. Tristeza, culpabilidad, amor, odio propio, y tantas otras mas que nisiquiera sabia identificar tras siglos en letargo emocional.
Se dedico a poner todas las cosas en su lugar y ponerse a cocinar. En ese tiempo Benem habia reaparecido y la cabaña, ya de por si tensa, se volvio hostigante. Como siempre, Locke y Benem discutieron, Zrael desperto y comenzo a llorar, Samael intento calmar las cosas, Shigo intento apoyarla pero estaba mas concentrado en terminar de cocinar. La comida, al fin, fue lo que calmo mas cosas, ya que incluso apesar de los egos presentes todos concluyeron que estaba deliciosa. Ademas, era casi imposible discutir con la boca llena. Realmente fue una de las cenas mas incomodas de su vida. Los cinco comieron en una pequeña mesa circular, intentando no mirarse, intentando no hablar por temor a sacar algun tema doloroso.
Benem se retiro, excusandose con su necesidad de fumar despues de comer.