[...] no sería suficiente para examinar todos y cada uno de ellos. Empezó a darle rienda suelta a su mente, tratando de idear algún plan.
Y entonces una idea surcó su mente.
Comenzó a caminar hacia la dirección del castillo de arena, pero sus pasos no le guiaban hacia éste, sino hacia una sombrilla que se encontraba clavada en la arena, junto a unas toallas, y cuya inclinación le impedían ver qué se ocultaba.
El arquero tomó una bocanada de aire, y dejó que su voz se oyese con fuerza en un potente grito.
— ¡Rider, tenemos que volver! ¡Me acaba de llegar un mensaje de que el Master nos está llamando con urgencia!
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Y entonces una idea surcó su mente.
Comenzó a caminar hacia la dirección del castillo de arena, pero sus pasos no le guiaban hacia éste, sino hacia una sombrilla que se encontraba clavada en la arena, junto a unas toallas, y cuya inclinación le impedían ver qué se ocultaba.
El arquero tomó una bocanada de aire, y dejó que su voz se oyese con fuerza en un potente grito.
— ¡Rider, tenemos que volver! ¡Me acaba de llegar un mensaje de que el Master nos está llamando con urgencia!