Se quedaría bien escondida debajo del escritorio para no provocarle problemas, el frío que comenzaba a hacer era amortiguado en la zona de sus piernas por el suave y mullido pelaje de aquella zorrita, que de hecho bostezaba, con intenciones de quedarse dormida.
 

No sé como esos medianos se tomaran esto. —Mal, seguramente, porque ellos amaban el orden y la disciplina. El de brezales alzó su mano para acariciar al animal entre sus piernas, especialmente sus orejas—
 

Entonces sin más se transformó en un pequeño zorro blanco, cuyo pelaje era basto y suave, de un ágil subió al escritorio y luego se colocó en las piernas de el, era su forma de darle apoyo moral, mientras trabajaba. — Kyu.. —
 

Estoy ebrio, como de costumbre ¿Qué haces aquí? Te van a regañar.
 

— Ahora tus mejillas, están igual de rojas que tu cabello.