iOrbix Profile of Aʀᴛʏᴏᴍ Lᴇ́ʙɪᴅɪᴇᴠ

...le alcanzó los rubios cabellos para forzarla a hacer hacia atrás la ignorante cabecita. Entonces dejó en su cuello un beso rebosante de amor y devoción incalculables e inmortales, así como ellos dos, como él, y pronto clavó la preciosura de sus colmillos despreciables, iguales a los de su hermana, en esa tersa piel y contra esa carne putrefacta.

Y se aferró a ella, prohibiendo por siempre que se revelara contra su cuerpo.

El semblante en su rostro cambió progresivamente con las palabras que entraban por sus oídos, los párpados de la mujer se entrecerraron sin disimulo de su pronto malhumor y su mano velozmente respondió al arrebatadamente quitar su mano.

Un error propio de su instinto, actuar imprudente a sabiendas de lo que esperaba después. Pues tan pronto bajaba su brazo, adivinó su jugada y la presión en sus hebras obligó a su cabeza a retroceder para evitar el dolor de otro estirón, la presión de sus toscos dedos seguía ahí aún así.

Sus pupilas se hicieron más pequeñas cuando entendió lo que venía a continuación, su cuerpo tembló porque en él la ira hacía retumbar sus huesos y las fibras muertas que componían su monstruosa anatomía.
Gruñó al forcejear mínimamente, no quería que desgarrara la piel de su cuello si llegaba a intentar separarse por las malas.

[i]— Déjame... [/i]

Si la sensación de la sangre de una criatura desagradable en su cuerpo no era lo suficientemente asquerosa, la perforación de los dientes opuestos y su abuso usual le revolvía cada uno de sus intestinos. Aquello no pararía hasta que se sintiera satisfecho, porque la sangre no era lo único que buscaba, si no también en lo miserable que Mikhaela a sus ojos se veía.

Alzó las manos que rápidamente se aferraron a los mechones sueltos a los laterales de su rostro, tiró de ellos con evidente molestia y las mismas ganas de perturbarle para provocar una separación.

Oh, y Artyom no lo sabe, claro, pero esos juegos no podrían durar por siempre ni mantener su divertimento indefinidamente. Sin embargo, él sigue disfrutando de las reacciones y, ha de admitir (que no lo hará ya) que le decepciona hallar parsimonia tan pronto.

—¿Ventilador? —no, no, no es necesario. Delicadamente le delineó la parte trasera de una pantorrilla antes de cargarla—. Vamos al agua.

Un gesto nuevo hizo arrimo, pero de qué se trataba quedaría en el misterio. Subió el rostro al ajeno para dejarle a los lados de su cabeza las manos, utilizando luego las propias para alzar otro pequeño tramo de la ropa.

—Estuviste muerta, eso es todo —forzó una sonrisa, no; más bien se la regaló para apaciguarla. No tiene ganas de explicarse demasiado—. Creí que lo pillarías de inmediato.

No hay tiempo para hablar. Comenzó a besarle las costillas.

Le disgusta la insistencia a menos que sea él quien la ejerza. Claro, son temas personales del capricho y el egoísmo, pero ese asunto no compete a la mujer joven bajo él. Lo que sí le compete, sin embargo, es la forma en que comienza Artyom a delinear su piel con la punta de su músculo humedecido.

¡O-oe! ¡Aru kun! ¡No me ignores! —Si no le responde, dejará de darle permisos como ha hecho hasta ahora. Es su última oportunidad antes de bajarse la playera del uniforme—

¿Ya vas a contestarme?

Un gesto nuevo hizo arrimo, pero de qué se trataba quedaría en el misterio. Subió el rostro al ajeno para dejarle a los lados de su cabeza las manos, utilizando luego las propias para alzar otro pequeño tramo de la ropa.

—Estuviste muerta, eso es todo —forzó una sonrisa, no; más bien se la regaló para apaciguarla. No tiene ganas de explicarse demasiado—. Creí que lo pillarías de inmediato.

No hay tiempo para hablar. Comenzó a besarle las costillas.