Esta es la cara de un joven al cual han dejado plantado.
No es un día muy feliz para Yuuji. Lo habían plantado en su primera cita. ¡Incluso le había pedido consejos de qué hacer a su vecina! Le había preguntado hasta como vestirse, donde llevar a su cita ¡Todo! Hasta sentía pena volver a su casa y que ella lo esté esperando para preguntarle como le fue.
Lo que más hacía que le diera pena era que se habían esforzado mucho ambos. Y suponía que ambos querían ver que tanto le servirían los consejos o todo lo preparado, pero lamentablemente no pudo efectuarse... ¡Ni siquiera le habían mandado un mensaje para cancelar! Así que suponía que no podría ni volver a mirar a esa chica a la cara. Quizá ahora ella se estaría riendo de lo ilusionado que lo había tenido.
Cuando lo tuvo más cerca, se le tiró encima, limpiándose sus lagrimas en la toalla de la mujer.
— ¡Arráncame el corazón Misato! No quiero vovler a sentir... — No se sabía bien que era, si un joven al cual le habían roto el corazón o un cachorro lloron, por que lloriqueaba muy parecido a uno.(?)
—Eres demasiado joven para decir esas cosas... Déjalas para cuando tengas mi edad. —dijo frunciendo el ceño con empatía. —Anda, pasa, te invitaré algo para que olvides todas tus penas— le volvió a dar un par de palmadas en la espalda ahora que lo tenía llorando sobre su pecho y simplemente lo jaló de la solapa hacia adentro, dejando que la puerta se cerrara detrás de ellos.
Una vez que entraron, lo sentó en una de las sillas del comedor. Era tan manejable en ese estado que daba pena. Puso su cerveza en la mesa y se dirigió al refrigerador de donde sacó una soda, la cuál puso frente al pelirrosa.
—Vamos, Yuuji-kun, anímate, te haré el mejor ramen instantáneo que has probado jamás, sólo iré a cambiarme, ¿de acuerdo?— espetó con una sonrisa afable a la par que desaparecía tras entrar a su habitación. El sonido de la radio de fondo llenaba el ambiente, amenizándolo con canciones que tarareaba a la distancia mientras se ponía su ropa de casa.
— Pero Misato... ¡Tampoco eres tan mayor para decir eso! Si yo tuviera unos años más o tu unos menos podríamos estudiar o trabajar juntos... — Se vió jaloneado hacia adentro y sentado en una silla. Tan pronto se sentó, dejo caer su cabeza sobre la mesa, dando un golpe seco. Lo había hecho sin pensar, si le dolió.(?).
— A-Auch... — Se quejó mientras se sobaba un poco la cabeza. Pronto vio como le ponían la soda delante, pero su ojos rodaron hacia la cerveza que Misato había dejado en la mesa.
— Intentaré animarme... ¡Pero quiero el ramen más picante que puedas hacer! — Vió la curvilínea figura de su vecina salir de la cocina y suspiró ¿Por que no podía tener una novia como ella? ¡Alta y con un trasero genial! Suspiró y volvió a rodar sus ojos hacia la cerveza. — Así que tu eres el mejor amigo de Misato... Ella se pone muy feliz después de beberte ¿Sabes? — Miró de reojo para ver si la mayor volvía. Al ver que aún no, con su dedo índice y medio simuló que su mano caminaba hacia
* la lata. La tomó y la acercó hacia el. Miró el agujero de la lata. Estaba tan fría que aún estaban marcados los labios de Misato. Tragó saliva y se sonrojó... ¿Si tomaba sería un beso indirecto....? No se lo pensó dos veces y le dió un largo trago.
Después de escuchar tremendo golpe que se dio en la cabeza sólo se limitó a negar con la cabeza con una sonrisa irremediable.
—No te preocupes, ¡del ramen me encargo yo!— gritó desde su habitación mientras se retiraba la toalla y comenzaba a vestirse aún tarareando las canciones de la estancia. —Ah, ¡Yuuji-kun! ¿Podrías poner a calentar el agua, por favor? No tardaré, sólo me cepillaré el cabello. —gritó desde la habitación seguramente dándole un infarto al incauto pelirrosa que estaba bebiendo de la cerveza que ella había dejado.
Mientras se cepillaba el cabello frente al espejo, pensó en el pobre adolescente y en lo derrotado que se veía. Se dio cuenta de que no extrañaba las peripecias de la juventud, negó con la cabeza, suspiró y se puso de pie con la mejor de sus sonrisas. —Vamos, Misato, ¡tienes que animar a Yuuji-kun!— se dijo a sí misma y salió de la habitación sin ver nada anormal. Pero claro que no vería nada raro, era despistada por naturaleza. Tomó su cerveza y le tom
Ɪᴛᴀᴅᴏʀɪ ʏᴜᴜᴊɪ Esta es la cara de un joven al cual han dejado plantado.
No es un día muy feliz para Yuuji. Lo habían plantado en su primera cita. ¡Incluso le había pedido consejos de qué hacer a su vecina! Le había preguntado hasta como vestirse, donde llevar a su cita ¡Todo! Hasta sentía pena volver a su casa y que ella lo esté esperando para preguntarle como le fue.
en la silla que estaba a la derecha del pelirrosa, quedando sentada al borde de su silla de manera perpendicular a él, mientras que se asomaba a ver el humeante contenido de la olla.
—Itadakimasu!— esclamó con un aplauso y comenzó a maniobrar los fideos directamente de la olla con los palillos, usando el platito únicamente para no ensuciar la mesa, inclinándose hacia el frente. Tan descuidada como siempre era, nunca medía las posturas sugerentes natas que tenía cada que hacía algún movimiento simple como ese, pues siempre que estaba en casa llevaba ropa ligera. Le dio un primer bocado soplando sobre los fideos, pues estaban hirviendo. —Ah, ah, ah.... ¿Qué esperas para comer? Se van a enfriar y los comeré todos si no te apresuras.... Ah...! —decía soplando aún su bocado humeante.
— Joh... que mala eres Misato, me pusieron peor que a un campeón y me dices que prefieres irte a otro lado antes que conmigo... —
Le infló las mejillas en señal de protesta ¡Y no solo eso! También le sacó la lengua. No se olvidaría de eso. Tomó los palillos que le ofrecía la mujer y se acercó a la olla.
— ¡Itadakimasu! — Gritó el también, bastante animado. Estuvo a punto de atacar la olla, pero se quedó mirando como Misato enfriaba sus fideos... se quedó embobado unos segundos mirándole los labios. No supo por qué, quizá era el alcohol en su cuerpo, pero acercó sus labios a los de ella y... ¡Le robó los fideos de un mordisco antes de que ella pudiera comerlos!
— ¡Sin lugar a duda tu ramen es el mejor Misato! ¡Hahahaha! —
Estaba tan concentrada en enfriar su bocado que no notó ni la mirada de Itadori ni su cercanía. Que le quitara los fideos la tomó por sorpresa y en el proceso algunos de los fideos cayeron de regreso a la olla, salpicándole el escote y la cara.
—¡Ah! ¡Quema! ¡Yuuji-kun! —reclamo mientras intentaba limpiarse el caldo que le había salpicado. Pensó en reprenderlo mientras se limpiaba el pecho, pero al mirarlo de reojo con el ceño fruncido, por primera vez en la noche lo vio animado y con energía. Así que no dijo más y simplemente negó con la cabeza, dejándolo que comiera un poco más.
—¿Está lo suficientemente picante o necesitas más? Vamos, tienes que llorar todo de una, no te dejaré llorar después. —amenazó bromeando pero firme, a la par que se estiraba por una salsa.
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Cuando lo tuvo más cerca, se le tiró encima, limpiándose sus lagrimas en la toalla de la mujer.
— ¡Arráncame el corazón Misato! No quiero vovler a sentir... — No se sabía bien que era, si un joven al cual le habían roto el corazón o un cachorro lloron, por que lloriqueaba muy parecido a uno.(?)
Una vez que entraron, lo sentó en una de las sillas del comedor. Era tan manejable en ese estado que daba pena. Puso su cerveza en la mesa y se dirigió al refrigerador de donde sacó una soda, la cuál puso frente al pelirrosa.
—Vamos, Yuuji-kun, anímate, te haré el mejor ramen instantáneo que has probado jamás, sólo iré a cambiarme, ¿de acuerdo?— espetó con una sonrisa afable a la par que desaparecía tras entrar a su habitación. El sonido de la radio de fondo llenaba el ambiente, amenizándolo con canciones que tarareaba a la distancia mientras se ponía su ropa de casa.
— A-Auch... — Se quejó mientras se sobaba un poco la cabeza. Pronto vio como le ponían la soda delante, pero su ojos rodaron hacia la cerveza que Misato había dejado en la mesa.
— Intentaré animarme... ¡Pero quiero el ramen más picante que puedas hacer! — Vió la curvilínea figura de su vecina salir de la cocina y suspiró ¿Por que no podía tener una novia como ella? ¡Alta y con un trasero genial! Suspiró y volvió a rodar sus ojos hacia la cerveza. — Así que tu eres el mejor amigo de Misato... Ella se pone muy feliz después de beberte ¿Sabes? — Miró de reojo para ver si la mayor volvía. Al ver que aún no, con su dedo índice y medio simuló que su mano caminaba hacia
—No te preocupes, ¡del ramen me encargo yo!— gritó desde su habitación mientras se retiraba la toalla y comenzaba a vestirse aún tarareando las canciones de la estancia. —Ah, ¡Yuuji-kun! ¿Podrías poner a calentar el agua, por favor? No tardaré, sólo me cepillaré el cabello. —gritó desde la habitación seguramente dándole un infarto al incauto pelirrosa que estaba bebiendo de la cerveza que ella había dejado.
Mientras se cepillaba el cabello frente al espejo, pensó en el pobre adolescente y en lo derrotado que se veía. Se dio cuenta de que no extrañaba las peripecias de la juventud, negó con la cabeza, suspiró y se puso de pie con la mejor de sus sonrisas. —Vamos, Misato, ¡tienes que animar a Yuuji-kun!— se dijo a sí misma y salió de la habitación sin ver nada anormal. Pero claro que no vería nada raro, era despistada por naturaleza. Tomó su cerveza y le tom