—Su reacción la tomó por sorpresa, aunque le tomó unos segundos entender su ofensa, buscó la forma de reparar lo que ocasionaron sus palabras.— ¡N-no, espera! ¡No lo tomes así! —Unos pasos cortos y rápidos lograron adelantarse a su compañera, cerrándole el paso.—
Yo no creo que seas miserable, no pienses entonces que el intento de buena acción de mi parte, sea para humillarte. Mi estatus no define mis acciones, si ofendida has sido por los de mi clase, he de disculparme por todos aquellos arrogantes envenados por el poder que otorga el dinero. —Alzó su barbilla, no altiva, si no con ese porte firme que le enseñaron tener para respaldar sus decisiones. Por un minuto, la chica tímida se había esfumado.—
Sin embargo, te pido no compares mi proceder con el de ellos. —Incluso su dicción cambió. Había una ligera urgencia por no ser considerada pretenciosa, de haber sido otra persona, Ekaterina se hubiera marchado, sin necesidad de limpiar su nombre, pero no con ella...
En su cabeza, muy escondida, estaba la necesidad de no perder a Tessa, de no ser para ella, lo mismo que era para todos los demás: una chica mimada y caprichosa.—
— Esperemos que no, el piso no es nada cómodo. — Le dio un golpecillo en la punta de la nariz con el índice y se echó las manos a los bolsillos de su mandil para retirarse.
— Hm... — Meditó un poco las palabras de la menor. — Es cierto, y no solamente lo material si no... Tantas cosas. Salud, una persona. — Bajó la mirada unos momentos y regresó a ella. No sabía si era su vulnerabilidad, su cabello despeinado, ella en sí, pero jamás había notado lo hermosa que era.
Correspondió a ese entrelazo de dedos haciendo lo mismo, frunciendo un poco la nariz y negando con la cabeza. — No dejes que definan cuánto vales, — Agarró un mechón de su cabello y lo pasó detrás de su oreja. — eres magnífica.
Intentó acercarse a ella pero algo la detuvo, manteniendo la distancia entre ambas. — No tienes que agradecerlo, me pagan por ello. — Se encogió de hombros y soltó una suave risa, bajando la mano que mantenía en su rostro, acariciando la otra que tenía libre. — Me encantaría, pero no puedo ir así como estoy. — El vestido que llevaba se había ensuciado mientras limpiaba el de la menor, cosa que no le importaba. — Pero puedo encaminarte a casa.
Una persona... —De pronto un escalofrío repasó todo su cuerpo, ella jamás tendría la libertad de elección en esa área, le entristecía saber que incluso, no podría conocer el amor del que tanto hablaban otras personas.
Pero, una vez más, Tessa la sacó de los profundo pasajes de su mente, con un simple gesto que le parecía lo más tierno del mundo.— Creo que exageras al llamarme "magnífica", estás dándome mucho crédito. Únicamente podría tú encajas en esa descripción, nunca había conocido a alguien así.
—Apretó los labios ante aquella frase, "me pagan por ello"... ¿Estaba siendo así de amable solo por eso? Pero justo ahora no estaban en clase... ¿Y por qué debería sentirse desilusionada si así fuera...? Ignorando sus propias madejas mentales, sonrió porque ahora ambas estaban manchadas, su madre se escandalizaría.—
Entonces, llévame contigo. —Sentenció, poniéndose de pie.— Vayamos a comer y yo costearé todo. —Tenía esa actitud de "no acepto una negativa como respuesta".—
— ¿Sabes? Mientras menos crédito te des, menos avanzarás. Hay que ser cariñoso con uno mismo cuando se está aprendiendo algo nuevo. — Volvió a subir la mano que tenía libre y le dio un pequeño golpecillo en la frente, mirando hacia el camino que tenían delante de ellas al terminar el puente. — Es un paso a la vez.
Mientras tanto, la mano que mantenía sujeta la de Ekaterina se sentía tibia, cómoda. Apretaba suavemente los dedos entrelazados, como si se tratase de alguien a quien había conocido toda su vida, y mismo agarre que se soltó en cuanto ella se puso de pie.
Algo en ella ardió, su propio orgullo, a escuchar pronunciadas aquellas palabras. — No soy tan miserable como crees, Vronski, puedo costear mis propias cosas. — Se puso de pie y bajó el escalón donde estaba sentada, con ambas manos en los bolsillos de su vestido. — Vamos, te llevaré a casa, no puedes andar por la calle así de sucia. — Le hizo un ademán con la cabeza y le miró por encima del hombro dando un par de pasos,
—Su reacción la tomó por sorpresa, aunque le tomó unos segundos entender su ofensa, buscó la forma de reparar lo que ocasionaron sus palabras.— ¡N-no, espera! ¡No lo tomes así! —Unos pasos cortos y rápidos lograron adelantarse a su compañera, cerrándole el paso.—
Yo no creo que seas miserable, no pienses entonces que el intento de buena acción de mi parte, sea para humillarte. Mi estatus no define mis acciones, si ofendida has sido por los de mi clase, he de disculparme por todos aquellos arrogantes envenados por el poder que otorga el dinero. —Alzó su barbilla, no altiva, si no con ese porte firme que le enseñaron tener para respaldar sus decisiones. Por un minuto, la chica tímida se había esfumado.—
Sin embargo, te pido no compares mi proceder con el de ellos. —Incluso su dicción cambió. Había una ligera urgencia por no ser considerada pretenciosa, de haber sido otra persona, Ekaterina se hubiera marchado, sin necesidad de limpiar su nombre, pero no con ella...
¿Ves esa casa de allá? — Señaló una enorme casona al final del jardín. — Ahí vivo yo, y los territorios de mi padre terminan... — Caminó hasta el final de lo que ella decía era una "plaza". — Aquí. ¿No sería raro que estuviera sin zapatos en la vía pública?
—Jm.— Sonrió a medio labio, entrecerrando los ojos un poco, para luego levantarla y dejarla pegada a ella por segundos, para después soltarla. — Sigue practicando, no querrás soltarte de quien te esté sujetando y terminar en el suelo.
—Intentó por todos los medios sostenerle la mirada, pero en unos segundos, ya tenía la vista clavada en sus labios, en cómo formulaba esa sonrisa que la pareció coqueta. Humedeció sus propios labios, aclarando la garganta.— Estoy segura que mi pareja no va soltarme si tiene tus reflejos.
— Esperemos que no, el piso no es nada cómodo. — Le dio un golpecillo en la punta de la nariz con el índice y se echó las manos a los bolsillos de su mandil para retirarse.
No podía negar la ternura que Vronski provocaba en ella, una bastante extraña por no decir menos. Negó con la cabeza y solo echó su cabello por encima del hombro, tratando de contener una fuerte carcajada.
— No sabía que te apetecía ser comida de peces en tu tiempo libre. — Bajó la mirada a su vestido mojado, sin poder evitar sentirse culpable de ese desastre.
— Ah, debe ser Nicholas. Sí... Usa unos zapatos bastante duros. — Cómo olvidar el pisotón que le había dado la clase anterior. Pero todos tenían remedio, hasta Ekaterina. Le tomó de la mano y la llevó hasta los escalones del puente, señalando con su mano libre. — Siéntate.
M-mis pasatiempos son curiosos. —No iba a confesar que fue ella quien la puso tan nerviosa que casi termina besando a un pez. Sacudió un poco sus ropas, retirándose el exceso de agua.
Logró sentarse sin volver a tropezar, la miró y sonrió con cierta melancolía.— Debes conocer a todos los que están en esa clase, ¿cuánto tiempo llevas ahí? Parece que madame tiene mucha confianza en ti. —De alguna forma se sentía excluida del grupo, no solía hacer amigos con facilidad y notarlos entre grupitos la ponía ansiosa.
O tal vez era Tessa, cuando tomó asiento a su lado, el estómago casi le dio un vuelco por alguna razón, así que se puso a jugar con los adornos de su vestido, como si fuesen lo más interesante del mundo, solo para no alzar la vista.—
— Ya lo creo, Vronski. — Ver a la fémina tan nerviosa no dejaba de darle risa. A su parecer, tenía el sistema nervioso de un pequeño roedor.
En cuando se sentó, se recorrió hasta el otro extremo del escalón y, sin siquiera preguntar, tomó las piernas de la chica y las jaló hacia ella, a manera de tener el borde de su vestido cerca del suyo. Hecho aquello, como si fuera lo más natural, comenzó a exprimirlo para quitar la humedad. — Más del que quisiera admitir. — Sonrió a medio labio sin levantar la mirada, concentrándose en el vestido. — Madame me sacó de ser una bailarina de la calle a ser su apoyo, y se lo agradezco. No sabía que enseñar estaba entre mis virtudes hasta que estuve con ella. — Incluso, había un dejo de nostalgia en su voz.
Cualquiera que las viera, pensaría que era una sirvienta ayudando a su señora con las prendas, se notaba en la diferencia de sus vestidos. Y tal vez eso estaba bien, las altas esferas jamás habían sido sitio para ella. Ayudar a Ekaterina se hab
. . . N-no es necesario que hagas esto. . . —Pero no pudo frenarla. Aunque acostumbrada a que sirvientes se acostumbraran así, y lo veía muy normal, no quería que la mayor pensara que era algún tipo de chica caprichosa, pese a que el gesto lo estaba haciendo con un toque de ternura... O eso le pareció.
Guardó silencio y escuchó atenta su relato, poniendo atención a sus ropas por vez primera, encontrando una marcada diferencia de estatus en ellas. Tessa posiblemente venía de una familia trabajadora, teniendo que ganarse ella misma el pan para su mesa, por otro lado, Ekaterina podía darse el lujo de declinar cierto platillo por mero capricho.—
Entonces madame pudo ver más allá de una chica bailando en las calles. Tienes un talento extraordinario y envidiable. El dinero no garantiza que tengas un don como ese. —Confesó encogiéndose de hombros, evidenciando que en realidad, no poseía ninguna cualidad destacable como ella.—
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Yo no creo que seas miserable, no pienses entonces que el intento de buena acción de mi parte, sea para humillarte. Mi estatus no define mis acciones, si ofendida has sido por los de mi clase, he de disculparme por todos aquellos arrogantes envenados por el poder que otorga el dinero. —Alzó su barbilla, no altiva, si no con ese porte firme que le enseñaron tener para respaldar sus decisiones. Por un minuto, la chica tímida se había esfumado.—
Sin embargo, te pido no compares mi proceder con el de ellos. —Incluso su dicción cambió. Había una ligera urgencia por no ser considerada pretenciosa, de haber sido otra persona, Ekaterina se hubiera marchado, sin necesidad de limpiar su nombre, pero no con ella...