—¡No, espera!— Se levantó, corriendo para alcanzar en cuestión de segundos los pasos que ella había avanzado y sujetó su muñeca con la fuerza suficiente para detenerla. —Err...— ¿Ahora qué le decía? Al final se acobardó y desvió la mirada. —¿No querías recuperar el libro que tomé prestado? Tendrás que ayudarme a buscarlo.— Recorrió durante un instante la "sala" de su hogar, que más que sala, parecía un basurero. Había libros, hongos, y materiales por todos lados, además de muchas envolturas de dulces y chatarra.
Al ser detenida por la impulsiva hechicera le provocó un saltó repentino, se giró para mírala algo confundida pues parecía que no diría nada. Pudo haberse ido y aún así decidió quedarse, sabiendo que tendría que lidiar con todo ese caos que distinguía especialmente en la sala y no quería saber en qué otros rincones. Cerró sus ojos, respiró profundamente, llevo sus dedos al puente de su nariz presionando ligeramente y tras ese pequeño mantra de "Necesito más que paciencia" abrió sus ojos nuevamente para encontrarse con los dorados de aquella joven. — Realmente lo necesito. No tengo otra opción. — Añadió con resignación.
—¡Gaaaah!— Esperaba que Alice simplemente creyera que no estaba en casa y se marchara, pero no fue así. La curiosa titiritera la había encontrado en ese estado y ahora preocupada se acercaba a ella. Mentiría si dijera que aquéllo no le había causado cierta alegría. Era lindo cuando podía provocar en ese rostro serio emociones diferentes, aunque fuese aquélla profunda preocupación. Se giró sobre la cama y tomó su colcha, para cubrirse casi por completo, solo sus ojos podían verse. —Estaré bien, Alice. Si nada me ha vencido hasta ahora, una simple gripe no lo hará.— Guiñó uno de sus ojos, antes de carraspear un poco. —Aunque es lindo que te preocupes por mi, ze.~
La Youkai frunció su ceño por la despreocupada forma en la que Marisa abordaba el tema de su enfermedad, estaba tirada ahí ardiendo en fiebre y ni siquiera le importaba. Molesta Alice se dió media vuelta sin decir nada más para ir directo a su casa en dónde seguramente tendría algún remedio. — Esa idiota, cree que puede decir esas cosas con total calma. — Sus muñecas cargaron un par de cosas mientras Alice llevaba en sus manos lo más pesado. Nuevamente entró a la casa de la desordenada Kirisame y adueñándose de la cocina o lo que había de ella, prepararía esa medicina que había conseguido entre sus cosas.
Tomó su cabello y lo colocó sobre uno de sus hombros, girándose en su asiento para quedar frente a la titiritera. —¡Recordaré eso! Aunque me gusta la expresión que pones cuando estás enojada... ¿Qué puedo decir? Yo me río del peligro.~
En realidad dudaba que en algún punto Marisa pudiera pensar acerca de los riesgos y consecuencias de su imprudencia. Aunque viéndola de frente y con esa sonrisa confiada, realmente parecía que podía contra cualquier cosa, aunque fuera una gran hechicera, seguía siendo humana. —Eso me queda demasiado claro, Marisa. — estiró sus brazos y bostezó antes de darle la espalda y comenzar a caminar. —Ahora déjame volver a casa a seguir trabajando.
—¡No, espera!— Se levantó, corriendo para alcanzar en cuestión de segundos los pasos que ella había avanzado y sujetó su muñeca con la fuerza suficiente para detenerla. —Err...— ¿Ahora qué le decía? Al final se acobardó y desvió la mirada. —¿No querías recuperar el libro que tomé prestado? Tendrás que ayudarme a buscarlo.— Recorrió durante un instante la "sala" de su hogar, que más que sala, parecía un basurero. Había libros, hongos, y materiales por todos lados, además de muchas envolturas de dulces y chatarra.
Al ser detenida por la impulsiva hechicera le provocó un saltó repentino, se giró para mírala algo confundida pues parecía que no diría nada. Pudo haberse ido y aún así decidió quedarse, sabiendo que tendría que lidiar con todo ese caos que distinguía especialmente en la sala y no quería saber en qué otros rincones. Cerró sus ojos, respiró profundamente, llevo sus dedos al puente de su nariz presionando ligeramente y tras ese pequeño mantra de "Necesito más que paciencia" abrió sus ojos nuevamente para encontrarse con los dorados de aquella joven. — Realmente lo necesito. No tengo otra opción. — Añadió con resignación.
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