Un "¿Para qué?" habría salido disparado de su boca, de no ser porque parte de sus rituales de expedición era el silencio absoluto. Mas el tono pícaro (muy habitual en ella cuando a solas se encontraban) le hizo carraspear y emitir un chasquido con la lengua de desagrado fingido, por supuesto.
— A Perro le gusta ejercitarse —su voz era tan áspera como una lija. Durante su marcha a través del bosque, le echaba una mirada a su compañera de vez en vez. En ocasiones gustaba de brindarle fugaces roces con su mano, cuando esta no estaba empuñando algún arma—. Suena a que ya trazaste todo un plan en tu cabeza, ¿quieres compartirlo?
— Veremos qué tan factible o descabellado puede ser.
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