Kassia es la primogénita de Arzchel y Celanea, heredera legítima al trono de Arcadia. Es representada por las rosas blancas gracias a su larga cabellera que oscila entre el blanco y el rubio cenizo. Es de carácter dulce pero férreo. Raramente se le ve sonreír dado a que quedó a cargo del título "Arcadia Regina" sin haber completado el entrenamiento tradicional del reino. Muestra su faceta alegre sólo si está al lado de Nerea, su hermana menor, a quien adora con todo el corazón a pesar de que ésta le haga rabiar por su comportamiento impulsivo y aventurero.
✧ Entre sus gustos se encuentra la lectura y el baile, en el cual no destaca del todo ni es tan agraciada como su madre Celanea. Su platillo favorito es la sopa de lentejas y la tortilla de patatas. Su bebida preferida es el té de 7 azahares ya que lo encuentra como un remedio relajante y le ayuda a dormir. Su color predilecto es el gris. Le encantan los dragones.
✧ Al ser extremadamente pulcra, odia el polvo. Le desespera que Nerea se meta en problemas a pesar de que no le dé permiso de aventurarse por Arcadia. No tolera el sabor del limón. Y aborrece la idea de casarse para continuar con la línea Arcadiana.
Una nueva Reginâ
Posteriormente, Kassia pasó a ser la nueva regente de Arcadia. Entró a dicha posición a los 16 años, cuando todavía no era lo suficientemente madura para el puesto, sin embargo, tuvo que poner de lado sus miedos e inseguridades para liderar a la nación. Los arcadianos le tienen un gran respeto, y a pesar de que dudan de sus habilidades como reina, le apoyan en sus decisiones.
En el comienzo de su reinado, Kassia actúa con el corazón en la mano. Muchas de sus decisiones se toman si siente que hace el bien, y que de alguna manera está beneficiando a su pueblo sentimentalmente. Es demasiado ingenua a la hora de enfrentarse al peligro, pero eso no impide su instinto protector. No obstante, conforme los años van avanzando, Kassia desarrolla cierta rigidez como monarca. Le describen como inteligente y perspicaz.
About Me
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Érase una vez...
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— Mamá, ¿puedes contarme la historia de Arcadia antes de dormir? — Suplicó el pequeño niño mientras se acomodaba bajo las sábanas de la cama. La hora de dormir había llegado pero no planeaba descansar hasta que mamá le contara nuevamente sobre aquel reino perdido.
— Sólo una vez más — Dictó la mujer, acariciando con el dedo medio el lomo de varios libros, hasta que hubo identificado el de pasta marrón con letras doradas. Lo tomó, y se sentó en la orilla de la cama donde el pequeño pudiera ver las ilustraciones del cuento. Abrió el libro y comenzó a narrar:
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“Hace mucho tiempo, existieron dos grandes reinos que destacaban por la extraña singularidad de sus regentes: eran luz y oscuridad.
Por un lado estaba el reino Imedmi, liderado por su princesa Celanea. Una mujer dulce, de rasgos finos, y una sonrisa aperlada que era capaz de relucir en los días de oscuridad. Sabia, inquebrantable futura reina.
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Celanea Regina de Imedmi
El reino adyacente era Quinland. A la cabeza de la familia real, lideraba el príncipe Arzchel, un joven aguerrido que profesaba traer un futuro prometedor a su reino.
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Arzchel Rege de Quinland
Ambos líderes, futuros herederos al reino, coincidían en la tez lechosa de sus familiares, pero sus ideales eran diferentes en todo aspecto. Arzchel, cariñosamente llamado “Arz”, estaba sediento por conquistas, guerras y muerte. Tenía entre sus planes adueñarse de Imedmi, puesto que según se rumoreaba, aquel lugar era basto en una tecnología avanzada y desconocida. Celanea, por su parte, quería darle a su gente una vida tranquila y fructuosa.
Las intenciones de Arz llegaron a oídos de Celanea. Ésta organizó reuniones con los demás miembros de la realeza y con el general del ejército. Una guerra se avecinaba y, a pesar de ser pacifistas, proteger Imedmi era prioridad.
Ánh, mano derecha de Arzchel, alimentaba los deseos de ira del heredero. El día de declarar la guerra estaba escrito, pero Celanea invitó a Arz a una reunión secreta, donde intentaría convencerlo de que debían vivir en paz.
Arz asistió a la reunión, en esa marcada brecha que dividía ambos reinos. Nunca se habían visto el uno al otro, pero en cuanto sus miradas se cruzaron, nació amor.
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Como fue de esperarse, los planes de conquista fueron cesados por el amor que Celanea y Arzchel entregaron el uno al otro. Los dos reinos vivirían en armonía. Fue así que los regentes de cada casa real decidieron unificar sus dominios y crear Arcadia. Ahora Celanea y Arzchel vivían bajo el mismo techo; compartían el mismo apellido y caminaban por el mismo sendero que los estaba dirigiendo hacia un lugar utópico. Arcadia creció, merced a la fusión en conocimientos de Quinland e Imedmi.
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Arcadia Împărăția
Tal prosperidad dio a los Arcadianos el impulso de crear grandes construcciones. Levantaron notables edificios, entre los que destacaban el Palacio Real y las estatuas de guardianes que protegían la entrada a Arcadia. Cada viaje o visitante hacia la ciudad era vigilado desde torres. Temían que el estilo de vida de los Arcadianos fuera motivo de envidia por otros reinos, sin embargo, jamás esperaron que la traición estuviera cultivándose desde dentro.
La felicidad de Arcadia y sus soberanos floreció con la llegada de su primer hija: Kassiane, a quien apodaron "Kassia". La niña era a semejanza de la madre, a excepción de la abundante melena albuginea y mirada azul. heredada del padre. Unos años más tarde fueron bendecidos con el nacimiento de Nerea.
Arcadia pasaba por uno de los días más calmos del año, con Kassia y Nerea cerca de la edad adulta, cuando un estruendo golpeó la entrada del castillo. Rege y Reginâ corrieron presurosos al balcón, donde podían ver todo el reino, encontrando la vehemente escena que marcaría la consumación de los días mansos del reino. ¿Y quién era la cabeza de tan repentino ataque? Nadie más que Ánh, quien fue renuente a las ideas pacifistas de Arz, y quien maldecía a Celanea por sosegar al impulsivo príncipe.
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Ánh Şaseochii
Ánh atacó con un numeroso ejército de arcadianos traidores y seres de otros reinos que ni Arz ni Celanea imaginaron pudieran existir. Aunque el ejército de Arcadia se defendió vigorosamente, las tropas de Ánh llegaron más allá de las puertas del palacio, y éste estuvo cara a cara con quien alguna vez fue la mejor de sus marionetas. Rege y Reginâ pelearon contra Ánh, valiéndose de habilidades mágicas y otras estrategias que en conjunto lograron echar al traidor del reino. Pero eso no era suficiente. Sabían que volvería, más fuerte, violento y sediento de venganza. Sus hijas y el reino estaban expuestos a un peligro indescriptible, por consiguiente, ocultaron Arcadia y todo rastro de la civilización, empero, tal acto de amor y bondad les costó la libertad. Ambos quedaron encerrados en un témpano ámbar, inquebrantable ante toda arma, al finalizar el conjuro protector. Éste consistía en dar vida a las estatuas de los guardianes a la entrada del reino; toda habilidad mágica fue apagada y cada kilómetro de Arcadia quedó escondido bajo diversa flora, convirtiendo el paso al reino una especie de jungla; así mismo, nacieron criaturas leales, mezclas de animales y elementos de la naturaleza, dedicadas a la protección. Y ese, fue el final de Arcadia."
La madre cerró el libro. Miró a su costado, donde su hijo yacía dormido después de escuchar el cuento. Acomodó el libro en su lugar. Besó la frente del niño y lo cobijó. Salió del cuarto y cerró la puerta tras de sí. Imaginó que el infante continuaría soñando con toda clase de aventuras de aquel cuento...
...porque todo fue un cuento, ¿no es así?
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♕' Aʀᴄᴀᴅɪᴀ Rᴇɢɪɴᴀ »
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