Mamoru Chiba[center][image=https://67.media.tumblr.com/28dd4fd0040ceaef14df526ebb6789f1/tumblr_o7nx37Uo0p1toueiso1_540.png][/center]
[c=#BF608F] “¡Les demostrare que yo puedo protegerlos a todos impidiendo que cualquiera pueda quedarse solo!”
Y a pesar de que hice esa promesa, la verdad es que no pude salvar a nadie… No me arrepiento de haber salvado la vida de Sailor Galaxia, ni mucho menos de haber protegido mi ideología acerca de que el amor era la solución y el método correcto para hacer justicia, sin embargo, de haber poseído el valor suficiente y la madurez para escuchar a Uranus y Neptune nada de esto hubiese terminado de esta manera….
A veces se requiere sacrificar la vida de un inocente para salvar muchísimas más, si yo hubiese cargado con la muerte de mi querida Galaxia el mundo que tanto amamos probablemente seguiría brillando en estos momentos y la vida no se habría extinguido como la llama de una pequeña veladora…
Yo soy Sailor Cosmos, y solía ser una Sailor Scout que luchaba por el amor y la justicia hasta aquel devastador día, muchos años habían transcurrido al finalizar la guerra de las Sailors, Tokio de Cristal era un mundo pacifico, la bondad de los habitantes había ayudado a formar un equilibrio entre ellos y la naturaleza, no existían tristezas ni preocupaciones insuperables, cada día era divertido, todos éramos amigos, muchas veces existían pequeñas discusiones o tristezas por algún amor no correspondido, sin embargo cada pequeño tropiezo nos hacía hacernos más fuertes, más brillantes, mejores personas día con día, todo era tan perfecto y esporádico que no escuche los susurros del peligro acercándose y esta vez mucho más poderoso y destructivo, aquel precioso planeta azul fue teñido de negro, la esperanza se volvió desesperación, el amor se coloreo de odio y la sangre se derramo…
[/c]
[sep]
[quote]Hay pocos momentos en la vida en la que uno se define a sí mismo y deja en claro para el futuro lo que ha de ser de uno mismo. Hace muchos años, cientos de ellos, una joven de cabello dorado atado en dos larguísimas coletas se vio ante una decisión imposible, y siguiendo su corazón llegó a una conclusión que en su momento fue la correcta.
Hoy, cuando esos días ya parecen tan solo un vago reflejo distorsionado de una memoria de una vida pasada, otro más de esos momentos se encuentra ante nosotros, los pocos que quedamos. El mundo que juramos proteger se encuentra marchito debajo de mis pies, roto, fragmentado en cientos de pedazos que solo se mantienen juntos por mero capricho del azar.
No hay forma de estar seguros, quizás no estábamos preparados porque no hubieron indicios que nos dijeran lo que iba a suceder, tal vez nos dejamos llevar por la paz que pronto se volvió sinónimo de nuestras vidas e ignoramos cualquier señal cegados por la soberbia, o bien podría ser que hiciéramos lo que hiciéramos no había manera de que estuviéramos listos.
Cuando reapareció ante nosotros, de manera tan imponente, levantamos nuestras almas y elevamos el clamor de nuestros corazones como otras tantas veces para enfrentarnos a la oscuridad, tratando de enviar una luz que dispersara esa fuerza siniestra lejos de nuestro mundo, terminar de una vez por todas con ese mal que tanto tiempo atrás habíamos creído eliminado.
Pero era demasiado fuerte, un final sin inicio, una esencia errática que sin patrón alguno simbolizaba todo aquello que iba contra la vida misma. Era el Caos. Intentamos salvar a cuantos pudimos, intentamos trazar una estrategia, golpear con todo lo que teníamos, repeler sus fuerzas de todas las maneras posibles, pero todo terminó siendo en vano.
Una a una, aquellas valientes guerreras fueron cayendo, un sacrificio tras otro en una carrera contra el tiempo tratando de encontrar una solución que día a día parecía no existir. No éramos las mismas personas que al principio, una sonrisa era una ocurrencia tan rara en nuestros momentos más bajos que apenas podíamos seguir como un grupo unido.
Pero seguimos adelante, gracias a ella. Nunca antes nuestra unión había sido tan fuerte, ni mucho menos mis sentimientos hacia ella tan claros. Y a lo largo de todo ese tortuoso camino estuve ahí para sostener sus manos con fuerza. Hasta que la vi a ella, guardiana del tiempo, cerrar los ojos por última vez en mis brazos. Sus últimas palabras, ese suave susurro, será algo que no deje de repetir en mi mente hasta que llegue mi momento.
Ahora, veo ante nosotros la tierra donde nací destruida, el mundo que había jurado proteger desde vidas pasadas extinto bajo mis pies y del reflejo del agua caída en tormentas incesables me devuelve la mirada un par de ojos cansados, derrotados. Queda poco tiempo, sé lo que debo hacer, solo debo reunir las fuerzas para llevarlo a cabo.
Sailor Cosmos y Sailor Moon, madre e hija, quienes completan mi corazón, ellas son a quienes debo decir adiós. Son más fuertes que yo, no guardan las lágrimas pero por miedo a plantear la duda en sus almas yo evito las propias. Queda muy poco tiempo, y el final llama a la puerta con fuertes golpes de un puño impaciente.
Es la única llave que queda, ella misma me la dio, abro la puerta con ella y esta exige el poder de alguien mucho más fuerte que yo para mantenerse abierta. La oscuridad está sobre nosotros, evade cada intento que las guerreras que quedan tienen para dañarle, se acerca a una velocidad de vértigo y acaba con las últimas esperanzas de este mundo.
El dolor se extiende por todo mi cuerpo, no soy una de ellas, ni mucho menos podría compararme a la guardiana del tiempo, pero logro soportarlo. Cada segundo parece eterno, pero logro abrir la puerta. No hay otra opción, ellas deben volver, deben regresar a ese momento en el que no pudo acabar con una vida, es la única solución.
Se han ido, ahora la puerta debe cerrarse detrás de ellas, otro esfuerzo para el que no estoy preparado pero que debo llevar a cabo. Está ante mí, ni siquiera me dio tiempo de reaccionar, si mis fuerzas son suficientes para evitar que llegue a la puerta es algo que se escapa de mis conocimientos. Pero se trata de uno de esos momentos en los que uno debe definirse a sí mismo, cuando realizas una decisión que ha de cambiar todo o nada.
Mi nombre es Mamoru Chiba, conocido como el Rey Endymion de la Tierra, lo último que pude ver fue una puerta cerrada y lo último que pude sentir fue un poco de esperanza por un futuro diferente.[/quote]