Dankarov Tuoroma[b]Vailak, antes del gobierno de Daiónes.
Todo transcurría con normalidad, los guerreros repartidos en grandes tropas marchaban por un inmenso trayecto que atravesaba la ciudad de cada capital, este, oeste, norte y sur, era un patrullaje habitual, una demostración de las fuerzas que poseía el planeta para defender a sus habitantes. Los Vairant mas viejos y los mas jóvenes, eran los que llenaban las ciudades y pueblos, algunos perdieron sus poderes por guerras pasadas, otros apenas aprenden a usarlos, pero lo que era seguro y se podía notar, era la paz que reinaba cada rincón de aquel civilizado planeta.
Las reparticiones de los reinados ya habían sido dadas, el futuro rey aun era muy joven para gobernar él solo, por ello, tres le acompañaban en aquel trabajo hasta que llegase el momento de su coronación. Dentro del planeta, descansaba en un largo letargo el antiguo rey de Vailak, Eldiel se encargaba ahora de proporcionar vida y sustento al planeta, su poder ahora era el mismo núcleo del planeta, todo continuaba gracias a él. Sin embargo, ese cambio de energía despertó algo, algo que por mucho tiempo y tras convertirse en leyenda, dejó de andar en boca de todos.
Una bestia, un enemigo formidable para el mismo Eldiel, creador de Vailak y creador de su propia raza, aquella criatura llamada por él mismo como el "Devorador de la vida", una criatura simplemente espeluznante, de apariencia grotesca, capaz de despertar las pesadillas de cualquier inculto. Pocos tenían conocimiento de ello, solo los pocos que existían en ese momento, uno de ellos fue Dankarov, único Vairant poseedor de la juventud eterna, su apariencia no cambió nunca, ni en ese momento ni ahora, continuaba viéndose tal cual se le ha conocido siempre. Esa energía tan escalofriante apareció, provenía de un rincón no explorado de aquel enorme planeta.
Un inmenso temblor sacudió hasta los confines del planeta, en algunas zonas la tierra se abrió, las montañas danzaban como si fueran gelatina, algunas quedaron trazadas con una enorme linea que las dividió en dos, en un principio, el azabache no reconoció que ocurría, ¿Un fallo en el flujo de energía? Era poco probable, Eldiel poseía un poder muy estable como para que eso ocurriera. Entonces le vino a la mente como un relámpago impactando la tierra, su mente se iluminó con aquella imagen tan perturbadora.[/b]
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Imposible... Él no... [b]Se encontraba en ese momento muy alejado de la capital del Sur, su mejor opción era el Norte, lugar reinado por el joven príncipe Zet. Debía apresurarse, en su tiempo, Eldiel fue reconocido por poseer el poder y fuerza de un millón de Vairant juntos y aquella criatura fue capaz de hacerle frente al poderoso rey, tanto que tuvo que ser encerrado cuando por fin se agotó, su llegada nuevamente solo podía significar el fin de los Vairant y su preciado planeta.
Las alas de Dankarov se desplegaron, alzando vuelo a toda velocidad hacia los aposentos de Zet, rogaba que aun no fuera tarde, todavía faltaba una última señal, misma que pronto cubriría los cielos en cientos y cientos de otras criaturas, emplumadas y amorfas, iban en todas direcciones pero provenían del mismo lugar, el ataque era inminente, todas iban directo a poblados y ciudades enteras, estaban hambrientas, necesitaban poder tras tanto dormir y los Vairant retirados eran una fuente de alimento muy bien servida para aquellos.[/b]
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[b]El gran maestro no perdió tiempo, durante su trayecto, extendió la mano derecha al frente, cargando en esta un pulso de energía que viajaría mucho mas rápido que él, solo que este no era un ataque, era un aviso, una energía que activo las alertas en todas las regiones, una alarma comenzó a sonar mientras los cielos se oscurecían ante tantas criaturas aladas, el aviso estaba dado, todos debían ponerse alerta.
Ahora, su concentración estaba fija en un objetivo, el menor de los Kalael, no había tiempos para contenerse, un aura azulada oscura rodea el cuerpo del azabache, dando un impulso que lo hizo volar mucho mas veloz, partiendo las nubes por su trayecto, aun no era alcanzado por aquellos. Su llegada al castillo fue vistosa, los soldados se apartaban ante la presencia del Vairant, quienes se hicieron a un lado cuando este estaba descendiendo.[/b]
¡Necesito a Zet! ¡Deben desplegar sus fuerzas cuanto antes! [b]Gritaba en los pasillos, corriendo al salón principal en busca de aquel jovial principe, dueño de las tierras del norte, las alertas ya debían ser suficiente prueba de que algo grave estaba por ocurrir.[/b]