Una sonrisa emergió de sus labios al escuchar sus palabras, pudiendo solo asentir levemente sin despegar sus labios de aquella unión. Sus párpados permanecieron cerrados, mientras su lengua jugueteaba con la del pelinegro. Se separó un par de centímetros, dejando que aquel único hilo de saliva los conectara, después se dirigió a su oído, donde suavemente susurró. –Descuida, nada me separará de ti.
Dicho esto, mordió con delicadeza su lóbulo, para ir bajando por su níveo cuello donde iba desplazando su lengua , dejando algunos besos que fue intensificando, mientras la mano que rodeaba su espalda lo apegaba más a él.
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